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La moral de los políticos es como un ascensor: sube y baja. Pero, en general, se averían por falta de energía, o bien se estropean definitivamente, dejando desesperados a los infelices que confían en él.

La moral de los políticos es como un ascensor: sube y baja. Pero, en general, se averían por falta de energía, o bien se estropean definitivamente, dejando desesperados a los infelices que confían en él. # Apporelly

El hombre es un animal que piensa; la mujer un animal que piensa lo contrario. El hombre es una máquina de hablar; la mujer es una máquina que da qué hablar.

El hombre es un animal que piensa; la mujer un animal que piensa lo contrario. El hombre es una máquina de hablar; la mujer es una máquina que da qué hablar. # Apporelly

El emblema del médico tiene dos serpientes, esto significa que él cobra dos veces; si cura, cobra y si mata, cobra.

El emblema del médico tiene dos serpientes, esto significa que él cobra dos veces; si cura, cobra y si mata, cobra. # Apporelly

Quieres conocer a Ignacio, colócalo en un palacio.

Quieres conocer a Ignacio, colócalo en un palacio. # Apporelly

Hay, seguramente, un placer en ser loco que sólo los locos conocen.

Hay, seguramente, un placer en ser loco que sólo los locos conocen. # Apporelly

El hígado hace mucho daño a la bebida.

El hígado hace mucho daño a la bebida. # Apporelly

Todo hombre que se vende recibe mucho más de lo que vale.

Todo hombre que se vende recibe mucho más de lo que vale. # Apporelly

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El hígado hace mucho daño a la bebida.

El hígado hace mucho daño a la bebida. # Apporelly

De mi nacimiento. (Pero no recuerdo nada)

Nací el 29 de enero de 1895 en la frontera con Uruguay. Mi padre, João da Silva Torelly, era hijo de un italiano y de una gaucha descendiente de portugueses y mi madre, Maria Amélia Brinkerhoff Torelly, era una india charrúa uruguaya de padre norteamericano de descendencia rusa. Por eso suelo decir que " soy una auténtica 'Liga de las Naciones' ". En aquel tiempo, cuando por cualquier lado aún quedaban restos de la Colonia Cisplatina, un viaje de Río Grande a Uruguay era una aventura; pero mi madre quería tener el parto en la granja de mi abuelo. Mis padres tomaron un barco y fueron a Yaguarón. De allí, en balsa, pasaron a Artigas y, desde allí, hasta la hacienda de mi abuelo, viajaron en diligencia. A mitad de camino, una de las ruedas se partió y provocó un tremendo accidente. Mi madre se llevó un buen susto y yo vine a ver, por curioso, lo que estaba sucediendo. Tuve suerte. Cerca había un rancho con una matrona, que también era adivina. Ayudó en el parto y de re

Hay, seguramente, un placer en ser loco que sólo los locos conocen.

Hay, seguramente, un placer en ser loco que sólo los locos conocen. # Apporelly